miércoles, 16 de mayo de 2012

Los descendientes

Drama de variadas y emotivas situaciones que reconciliará al público adulto con el cine. La labor de los intérpretes es magnífica, destacando un George Clooney que se merece toda suerte de premios y halagos.
Ya iba siendo hora de que, tras las recomendables “A propósito de Schmidt” y “Entre copas (Sideways)” (más la primera que la segunda), Alexander Payne nos presentara una nueva película. La espera ha merecido la pena, puesto que “Los descendientes”  (ver tráiler y escenas) se convierte en su mejor trabajo hasta la fecha, una cinta claramente dramática que incorpora alguna que otra pincelada cómica para de este modo aliviar el dolor de los protagonistas y, por ende, el del espectador que observa sus aflicciones. El filme arranca de forma directa, puesto que nos muestra a un hombre cuya esposa está en coma tras sufrir un accidente. A partir de aquí empezamos a conocer su historia, la de sus hijas, la de su familia, la de sus amigos… 



Este interesante planteamiento está bastante bien llevado por los guionistas (Nat FaxonJim Rash y el propio Payne), quienes poco a poco nos van revelando el pasado de los personajes y las distintas relaciones que actualmente existen entre ellos (algo que, por cierto, lo hacen de una manera que para nada parece forzada). Aunque la temática principal de la película es la pérdida de un ser amado, alrededor de ella encontramos otras cuestiones con las que cualquiera puede sentirse identificado: el fracaso de un matrimonio, el habitual enfrentamiento entre padres e hijos, la enfermedad, los problemas de una herencia… (quizás este último el aspecto más endeble de la trama). Sin embargo, insisto, todo en “Los descendientes” bascula en torno a la pérdida de alguien que, a pesar de sus imperfecciones, siempre llevaremos en nuestros corazones.
Debido a esto, quizás parte del público sienta una lógica tristeza al visionar el largometraje, pues, como antes comentaba, nos confronta con una situación que prácticamente todos hemos vivido en algún momento de nuestras vidas, de ahí que sea lógico emocionarse con numerosas de sus escenas (y que conste que no nos hallamos ante un título que se recree en los pasajes dramáticos para buscar la lágrima fácil del respetable). Con una sabia realización de Payne, quien busca la elegancia pero sin querer destacar en exceso, la película se sustenta en las magníficas interpretaciones de su reparto, siendo obligado mencionar a un brillante George Clooney (ver cuando escucha una triste noticia por parte del médico que atiende a su mujer). Lo mejor es que el resto del elenco está a la altura de las circunstancias, desde sus integrantes más jóvenes (Shailene Woodley) hasta los más veteranos (Robert Forster). En definitiva, un pequeño filme que, sin necesidad de ser portentoso, nos reconcilia con el cine.

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