sábado, 18 de junio de 2011

A LA ROSA SECRETA

Remota e inviolada rosa, la más secreta,
envuélveme en mi hora de horas; allí donde
los que te buscaron en el Santo Sepulcro,
o en la cuba de vino, habitan más allá del tumulto
y la agitación de los sueños derrotados, y en lo hondo
de pálidos párpados, pesadamente sueñan con el sueño
que los hombres llaman belleza. Tus grandes pétalos envuelven
las ancianas barbas, los yelmos de oro y rubí
de los magos coronados; al rey cuyos ojos
vieron las Manos Atravesadas y la Cruz de antaño elevarse
en vapores druídicos que debilitaron las antorchas;
hasta que el vano frenesí le despertó y murió;
y al que encontró a Fand caminando entre el rocío llamenate
junto a una playa gris donde nunca sopló el viento,
y por un beso perdió al mundo y a Emer;
y al que apartó a los dioses de su paz,
y que hasta que florecieron rojas cien mañanas,
se deleitó y lloró los túmultos de sus muertos;
y al orgulloso rey soñador que lejos tiró
corona y pesar, y tras llamar a bardo y bufón,
habitó entre los vagabundos manchados de vino en profundos bosques;
y al que vendió labranza, y casa, y bienes,
y buscó por tierras e islas innumerables años,
hasta que halló, con carcajada y con llanto,
una mujer de hermosura tan deslumbrante
que los hombrestrillaban a medianoche por un rizo,
un ricillo robado. Yo, también, espero
la hora de tu gran viento de amor y odio.
¿Cuándo saltarán las estrellas por el cielo,
como las chispas de una herrería y morirán?
¿Ha llegado, sin duda, tu hora, sopla ya tu gran viento,
remota e inviolable rosa, la más secreta?

William Butler Yeats

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