miércoles, 29 de junio de 2011

El condenado

No he visto la aurora del amanecer,
la espuma del mar, la paz de haber sido,
desconozco el gusto de un fruto caído,
el pan que se obtiene del propio quehacer.

Las cosas comunes que tocan mis manos
me juzgan inepto y se quieren soltar.
No sé de raíces, de aquél cosechar
que siembra alimentos sencillos y sanos.

No soy como el pájaro acorde a su nido,
la materia útil no he comprendido
ni el simple ladrillo, mi ser no me agrada.

Quisiera a mí mismo tenerme olvidado
pero soy poeta y estoy condenado
a hablar sobre todo cuando no soy nada.

por Alejandro Marzioni

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