lunes, 29 de septiembre de 2008

Para siempre...

Doblaba su servilleta tras el último sorbo del seudocafé que le servían junto con un paquete de galletas, al que invariablemente faltaba una en el centro, y una barrita con la nuez de mantequilla más pequeña del mundo. Cosumía todo, segura de su ración menguante en la comida.

Volvía a su habitación, se colocaba aquel vestido que ya amarilleaba con los zapatos ajuego. Sacaba del cajón un sobre del mismo tono, con una hoja que releía para no olvidar su sontenido.

"Querida Claudia: Cuando termine esta carta emprenderé el viaje para buscarte. Las carreteras son tortuosas y sabes que me llevará algún tiempo. Posiblemente leamos esta nota juntas, pero cuando esto suceda nadie podrá separarnos nunca.

por Margarita Martín. Madrid.
EL PAÍS

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