domingo, 5 de febrero de 2012

XXXVIII CONGRESO DEL PSOE

 El nuevo secretario general del partido gana por 22 votos de diferencia
El candidato intensificó en su discurso los mensajes reformistas

Venció el cambio tranquilo y la experiencia que ofrecía Alfredo Pérez Rubalcaba a los militantes del partido para empezar una etapa de reformas que saquen al PSOE del desánimo tras la debacle y pérdida de poder en prácticamente todas las instituciones.
El 51,6% de los delegados al 38º congreso del PSOE dieron la mayoría al veterano político, de 61 años, 22 votos más que su adversaria. Carme Chacón obtuvo 465 votos frente a los 487 que han llevado a Rubalcaba a la secretaría general socialista.
Ese pequeño margen del ganador demuestra la enorme división del PSOE al afrontar la elección del sucesor de José Luis Rodríguez Zapatero y la tarea que ahora tiene que emprender el líder socialista para restañar las heridas. Una primera prueba la tiene que pasar este domingo Rubalcaba al someter a votación al equipo que presentará a los delegados como miembros de la nueva ejecutiva federal. Los resultados se esperan a lo largo de esta mañana, tras una noche de negociaciones. Pero de entrada una mayoría ha querido que un veterano socialista, miembro de todos los Gobiernos del PSOE y siempre en primera línea, coja las riendas del partido en el peor momento de su historia desde que se recuperó la democracia. “Somos un partido fuerte, fuerte, que nadie se equivoque; no es lo mismo estar en un momento débil que ser débil”, animó Rubalcaba nada más conocerse el resultado. Su obsesión desde que empezó la carrera por la secretaría general se centró en convencer a los militantes de que el PSOE ha sido, es y será un partido de mayorías, por lo que todos los cambios y reformas tenían como único objetivo volver a gobernar. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, le telefoneó para felicitarle nada más conocer la victoria.
Que el partido estaba dividido y la relación de fuerzas entre Rubalcaba y Chacón se igualaban a medida que pasaban los días se ha revelado como una auténtica verdad y no como parte de la estrategia de los dos candidatos. Lo único en lo que se han equivocado es en la diferencia de votos. Ambos se atribuían la victoria, pero siempre por un centenar de votos. En el momento en el que los delegados se dirigieron a las urnas las expectativas bajaron, aunque nunca por tan pocos votos de diferencia como la realidad deparó luego. Poco influyó el discurso de los candidatos, según analizaron después diferentes secretarios regionales. “Aquí venía todo el mundo con el voto decidido y los pocos que no, lo llevaban en el bolsillo dispuestos a venderlo”. Esta apreciación de un barón provincial se refiere al peso que ha tenido en la pugna el criterio local y provincial, muy ajeno a los valores y virtudes de Chacón y Rubalcaba.
La escasa incidencia del discurso en el voto, siempre según una primera aproximación de los líderes territoriales, no significa que no sirviera para afianzar posiciones. No hubo grandes diferencias en el discurso programático entre él y el de su adversaria, pero Rubalcaba sí jugó la estrategia de la “experiencia” como se encargó de decir en su parlamento de presentación de candidatura. Lo que podía ser utilizado por sus adversarios como una rémora, él lo convirtió en valor y en su entorno añadían que, además de experiencia, aportaba solvencia, solidez e inteligencia. Esas capacidades las resaltaron sin descanso sus apoyos y, entre ellos, el expresidente del Gobierno Felipe González. Precisamente los apoyos de la otra candidatura colocaban a Rubalcaba junto a González e incluso a Zapatero, como dirigentes socialistas a los que hay que respetar y agradecer sus servicios pero cuyo tiempo ha pasado. Además, la derrota del 20 de noviembre con el descenso hasta las cotas de representación más baja de la historia del PSOE desde 1977 avalaba la invitación a que dejara el paso a otros. No lo ha querido así la mayoría de los delegados al 38º congreso.
Ahora bien, el reconocimiento que este sábado mismo hizo Rubalcaba al trabajo de Chacón en esta campaña no puede situarse tan solo en el terreno de la cortesía. Chacón ha ido subiendo día a día en apoyos hasta el punto que casi le ha pisado los talones como ha demostrado la votación. Los dos se han retroalimentado en sus discursos hasta el último minuto. El proyecto de Rubalcaba ha incluido propuestas cada vez más reformistas y en alguna medida más a la izquierda. Algunos de esos requiebros se los reservó incluso para la presentación de su candidatura como el amago de pedir la revisión de los acuerdos de España con el Vaticano, que llevó al entusiasmo de los delegados en ese congreso. En proyectos y propuestas el contraste con Chacón era más en la música que en la letra.
También en el discurso de modelo de partido sobre el que sí tienen especial interés los militantes. Las llamadas de la candidata a abrir las puertas y las ventanas de la organización, con un aire aperturista y de más libertad, no logró imponerse a la oferta más clásica de Rubalcaba para los asuntos internos.
Es más, de su discurso se desprendió una vuelta a los años en los que la ejecutiva federal del PSOE tenía un peso y un predicamento sobre las federaciones que había perdido en los últimos tiempos. “Voy a ser un secretario general que no me voy a dejar quebrar”, advirtió. Y, además, defendió un partido federal, pero no “una federación de partidos”.
No pareció que esta advertencia haya asustado a los militantes porque le han elegido mayoritariamente, aunque la vida de las federaciones se ha visto absolutamente convulsionada en esta competición en la que los dos y sus equipos se han dejado la piel en el intento de ganar. También se ponía a prueba el peso de los aparatos del partido.
Lo cierto es que los que se decantaron por Rubalcaba no han salido mal parados porque su apuesta ha sido la ganadora. El secretario general del PSE, Patxi López, apostó por él, y le siguieron al menos 20 de los 22 delegados vascos. El líder de los socialistas asturianos, Javier Fernández, estuvo inequívocamente con Rubalcaba desde el primer momento y con él, la inmensa mayoría de su federación. Con Rubalcaba se alineó el secretario general de los socialistas gallegos, Pachi Vázquez, en sintonía con la mayoría de los socialistas gallegos, como el alcalde de Vigo, Abel Caballero.
El aparato de Canarias y su secretario general, José Miguel Pérez, también estuvo con Rubalcaba y lo mismo Dolores Gorostiaga, de Cantabria; Francesc Antich, de Baleares, y Óscar López, de Castilla y León. Desde esta perspectiva los seguidores de Rubalcaba resaltaban que si tuviera que analizarse el resultado por aparatos, el ya secretario general se ha impuesto a los de Andalucía, Castilla-La Mancha y Madrid, cuyos secretarios generales, José Antonio Griñán, José María Barreda y Tomás Gómez, respectivamente, apoyaban a Chacón.
Aunque en cada caso hay matices. Barreda la apoyó desde el primer momento, a sabiendas de que parte de su federación estaba con Rubalcaba, como es el caso del alcalde de Toledo, Emiliano García–Page. También se ha visto aliviado con este resultado el secretario general de los socialistas valencianos, Jorge Alarte, que apostó por Rubalcaba y que se llevó un buen revolcón al quedar en minoría en la elección de delegados. Este sábado era uno de los dirigentes más satisfechos del congreso. La mayoría de la federación de Extremadura apoyó a Rubalcaba como había augurado su secretario general, Guillermo Fernández Vara.
En Madrid, la división era un hecho desde el primer momento, máxime cuando el portavoz municipal, Jaime Lissavetzky, casi un hermano para Rubalcaba, encabezó una lista contra la de Gómez, aunque esta salió ganadora. En Andalucía, la batalla ha sido de una enorme intensidad para desgracia de todos los socialistas, ya que el aparato se había alineado con Chacón y ha dado bazas al PP para desautorizar a José Antonio Griñán, candidato a la Junta de Andalucía, por haber apostado a perdedor. Rubalcaba hará todos los esfuerzos posibles para aliviar esta carga, consciente de que la derrota en Andalucía es de todos los socialistas, también suya. Ahora el objetivo del PSOE es Andalucía, pero no solo, ya que se abre una oportunidad en Asturias al celebrarse elecciones el mismo día, 25 de marzo.
Andalucía fue también la primera prueba que tuvo que pasar el anterior secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero. Ganó en contra del aparato andaluz, entonces controlado por Manuel Chaves. Zapatero lo quiso olvidar esa misma noche y ofreció a Chaves la presidencia del PSOE, y además tuvo en los socialistas andaluces sus mejores colaboradores. Entre ellos, Alfonso Perales, fallecido hace pocos años y al que también rindió tributo Rubalcaba. Sin cámaras, algunos testigos pudieron ver abrazos emocionados de Rubalcaba con Zapatero y con Patxi López. También con José Blanco.
El ganador solo mencionó a tres políticos en la tribuna para asegurar que quiere irse del puesto con la dignidad que ellos lo hicieron. Felipe González, Joaquín Almunia y Zapatero. El último ha estado once años y medio. La historia de Rubalcaba como secretario general del PSOE está aún por escribir y empezó el sábado en Sevilla.
Rubalcaba elige una nueva ejecutiva para liderar "un PSOE fuerte"

Rubalcaba elige a Elena Valenciano como su 'número dos'
Óscar López será el secretario de organización ('número tres'); José Antonio Griñán, el presidente del partido; y Patxi López, secretario de relaciones políticas
La nueva ejecutiva, al completo
Los principales puestos de la lista son:
- Presidente: Jose Antonio Griñán
- Secretario General: Alfredo Pérez Rubalcaba
- Vicesecretaria General: Elena Valeciano
- Secretario de Organización: Óscar Lopez
- Secretaria de Igualdad: Purificación Causapié
- Secretaría de Relaciones Políticas: Patxi Lopez
- Secretaría de Economía y Empleo: Inmaculada Rodríguez-Piñero
- Secretaría de Relaciones Instucionales, Polítícas y Autonómicas: Antonio Hernando
- Secretaría de Participación, Redes e Innovación: María González
- Secretaría de Ciudad: Gaspar Zarrías
- Secretaría de Programa: Jesús Caldera
- Secretaría de Política Social: Trinidad Jiménez
- Secretaría de Educación y Cultura: María del Mar Villafranca Jiménez
- Secretaría de Ordenación del Territorio y Sostenibilidad: Hugo Motrán
- Secretaría de Formanción: Rafael Simancas
- Secretaría de la UE: Juan Moscoso
- Secretaría de Cooperación e Emigración: Marisol Pérez
- Secretaría de Inmigración: Carmela Silva.

Sólido en tiempos de crisis
El nuevo secretario general ha convertido en experiencia el reproche de Chacón a su edad

El dirigente socialista, de 60 años, eterno número dos con mejor currículum dentro de su partido —ministro de Educación, de la Presidencia y Portavoz del Gobierno, con Felipe González; portavoz del Grupo Parlamentario, ministro del Interior y vicepresidente primero con José Luis Rodríguez Zapatero— ha logrado, finalmente, convertirse en el número uno del partido y ha roto el mito de eterno perdedor de todas sus apuestas internas.
Ayer, por fin, enterró la leyenda de que todas sus apuestas partidistas estaban abocadas al fracaso, como cuando apoyó a Joaquín Almunia frente a José Borrell por la candidatura a la presidencia del Gobierno en 1998; la de José Bono frente a José Luis Rodríguez Zapatero por la secretaría general del PSOE en julio de 2000 y la de Trinidad Jiménez frente a Tomás Gómez por la secretaría general del PSM hace poco más de un año. Curiosamente, enterró el mito del fracaso en sus apuestas internas con su propia candidatura.
Alfredo Pérez Rubalcaba va a poder, finalmente, actuar en nombre de sí mismo después de ejercer durante muchos años de político influyente con Felipe González y de Joaquín Almunia y de ser el asesor clave en los casi ocho años de Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Hace meses, cuando se le preguntó qué le motivaba a aspirar a ser el número uno respondió: “Me apetece dar el paso porque como ejercicio intelectual resulta apasionante, sobre todo, por la responsabilidad con mi país y con mi partido. Ahora tengo la posibilidad de ser yo mismo y de formular cosas que siempre he tenido en la cabeza pero que no he llegado a plantear”.
Esa declaración la hizo, con motivo de su carrera como candidato del PSOE a la Presidencia, pocas semanas antes de las elecciones generales del 20 de noviembre. Pero tras aquella estrepitosa derrota, la mayor en la historia del PSOE tras la dictadura de Franco, Rubalcaba ha vuelto a apostar en esta ocasión por la secretaría general.
El nuevo secretario general, tras aquella severa derrota, tuvo dudas sobre si presentarse o no. Pero tuvo fuertes presiones para hacerlo, sobre todo entre veteranos socialistas muy preocupados ya no sólo por la derrota electoral sino por el propio futuro del PSOE, por el temor a que dejara de ser un partido de mayorías y de Gobierno, y convertirse en un partido irrelevante.
Rubalcaba reveló la pasada semana, en un acto de la campaña en Madrid, que uno de los notables del partido que le animaron a presentarse fue nada menos que Felipe González ante el propio ex presidente del Gobierno que tampoco lo quiso ocultar. Tampoco han ocultado su preocupación por el futuro del PSOE y su apoyo decidido a Rubalcaba, históricos socialistas como Javier Solana, José María Maravall o Alfonso Guerra. También tuvo presiones de organizaciones prácticamente enteras, como el Partido Socialista de Euskadi, escaso en número de delegados, pero con una fuerte influencia moral en el PSOE, volcados a favor de Rubalcaba, tras su brillante gestión en el logro del cese definitivo de ETA.
Y Rubalcaba se ha llegado a convencer de que estaba en mejores condiciones que nadie en el PSOE, en esta complicada etapa, para sacar al partido del agujero en que está. Se lo ha llegado a plantear como una apuesta angustiosa y se ve que ha tenido que hacer esfuerzos para contener el apasionamiento con que se ha entregado a la tarea de ganar a Carme Chacón.
El nuevo secretario general del PSOE ha demostrado una capacidad infinita de trabajo. Lleva en permanente campaña, sin tomarse prácticamente un día de descanso, desde que en julio de 2011 presentó su candidatura a la presidencia del Gobierno.
Pero Rubalcaba es, ante todo, un político pragmático probado en toda su trayectoria política que cree que tiene la solución a la crisis del PSOE. Sus maestros políticos, en su origen, son Solana y Maravall, pragmáticos como él e inspirados en la cultura de la Institución Libre de Enseñanza. Luego ha sido un político clave para los tres secretarios generales que le han precedido, y a los que ayer, al ser proclamado secretario general, citó: Felipe González, Joaquín Almunia y José Luis Rodríguez Zapatero.
Rubalcaba piensa que la clave de la salida de la crisis del PSOE no está en refundaciones, en grandes innovaciones ni en profundas autocríticas sobre lo realizado por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero sino en lograr que la socialdemocracia, la española y la europea, sea capaz de ofrecer una alternativa de izquierdas a la recesión económica global y en erigirse cuanto antes en una oposición útil y firmemente crítica a la vez al Gobierno de Mariano Rajoy.
Su pragmatismo y la solidez que comporta su proyecto, en un momento de grave recesión económica y crisis política aguda de la socialdemocracia, se ha impuesto —es verdad que por la mínima— sobre los dos principales hándicaps de su candidatura, que tampoco eran menores: su tremenda derrota electoral del 20 de noviembre frente a Rajoy y su edad en contraposición con una joven candidata como Carme Chacón que, a priori, simbolizaba mejor el futuro.
Rubalcaba ha sabido volver en contra de Chacón el reproche a su edad, que el nuevo secretario general ha traducido en experiencia. Y así se percibió, también, en su intervención en la mañana de ayer en el plenario socialista, ante el que mostró que tenía un proyecto más claro y preciso que Chacón, que tiró de mitin y llamadas genéricas a la renovación.
El trasfondo de una crisis económica tan grave y con la angustiosa situación de la socialdemocracia como alternativa a la derecha en España y Europa ha trabajado a favor de la propuesta precisa de Rubalcaba y en contra de la renovación genérica de Chacón. Y el plenario socialista lo reconoció ayer, aunque Rubalcaba tendrá que tener en cuenta que ha ganado a Chacón por tan solo 22 votos.
El nuevo secretario general ha forjado su plan de actuación en los siete meses que lleva recorriendo España, primero como candidato a la Presidencia en las elecciones generales y, luego, como candidato a la secretaría general. Ayer lo resumió ante el plenario socialista en su ya clásico tono coloquial.
Reivindica el legado histórico del PSOE —apeló a Pablo Iglesias— y el moderno, con un reconocimiento a González y Zapatero por su contribución a la transformación de España. Hace gala de patriotismo de partido como base de partida para la recuperación del poder institucional del PSOE desde los municipios.
Apela al rearme ideológico —“necesitamos muchos líderes para esta tarea colectiva”— y al liderazgo moral del PSOE, “si no vives como piensas, acabas pensando como vives”. Propone cambios orgánicos con un refuerzo de la Ejecutiva federal —“no está para defender los territorios y las generaciones”—, en cuya debilidad encuentra una base de la crisis del PSOE.
Para Rubalcaba resulta clave conseguir un “proyecto reconocible” para ser alternativa al Gobierno del PP, recuperar la confianza de los ciudadanos y no correr el riesgo de caer en la irrelevancia. En este punto abre paso a la autocrítica a su paso por el Gobierno: “Nos hemos equivocado en no meter mano a los especuladores. Pero tampoco con radicalismo verbal nos ganamos la confianza”.
Cree que la rapidez con que el Gobierno de Rajoy ha abordado la contrarreforma le ofrece el PSOE grandes posibilidades en la oposición. A Rubalcaba se le ve muy decidido a acometer la urgente y necesaria tarea de hacer una oposición útil y firme a un Gobierno del PP muy beligerante —“realiza un ajuste económico al servicio de un ajuste ideológico”— . Pero deja abierto el tipo de oposición que hará a Rajoy, pues “si rompe los pactos de la Transición, nos lo replantearemos e incluso revisaremos los acuerdos con la Santa Sede”.

Un recuento largo pero de guante blanco
Una urna registró un empate y cada candidato ganó en dos
Los socialistas aseguran que no ha habido ni impugnación "ni nada raro"

No ha habido ni impugnación ni nada raro. El proceso de recuento ha sido lento porque es así. Las urnas se abren una a una y se cuentan de forma consecutiva. Hasta que no se termina una y se certifica el resultado no se empieza con la otra. Había cinco. Alfredo Pérez Rubalcaba, donde más votos ha obtenido, ha sido en la segunda, donde se depositaban las papeletas de los militantes cuyos apellidos estaban entre la C de Camacho y la G de García.
En la primera urna hubo empate a 104 votos y los responsables del recuento se miraron sorprendidos ante un resultado tan inesperado. Las otras cuatro urnas marcaron la diferencia. Dos a favor de Rubalcaba y dos con mayoría de apoyos de Carme Chacón. Pero las dos de Rubalcaba incluían los 22 votos que han marcado la diferencia.
El único voto nulo ha sido porque incluía dos papeletas. Solo un delegado no ha votado.
El único momento de desconcierto se produjo cuando en un recuento parcial no coincidían el número de votos con el de papeletas. Dos estaban pegadas y se arregló el conflicto. “Ha sido un recuento de guante blanco”, ha afirmado un integrante del equipo que ha estado en el proceso.
La espera ha sido larga porque la expectación era mucha. Pero como recordaba el histórico socialista andaluz Luis Pizarro, durante el 35 congreso también se tardó una hora y media en el recuento.
El proceso es lento, pero además los interventores de ambos candidatos han sido muy celosos en su labor de inspección porque sabían que el resultado iba a ser muy ajustado, que dependía de un puñado de votos.
La larga espera hizo que empezaran a correr rumores y especulaciones sobre impugnaciones y supuestas anomalías. Pero nada de eso se ha producido, según fuentes de la organización.
Los delegados llegaron a mostrar impaciencia y la hicieron notar con palmas junto a la sala donde se contaban los votos. Pero un grito desde la escalera despejó la incógnita.

De la máxima tensión al alivio total en la suite 1002 del Renacimiento
Ha sido una campaña dura para el ya nuevo secretario general y líder del PSOE. Complicada. Tenía mucho que perder, en clave personal y política.

Ha sido una campaña dura para el ya nuevo secretario general y líder del PSOE. Complicada. Tenía mucho que perder, en clave personal y política. Para muchos podría parecer que partía como claro favorito, por experiencia y por contar supuestamente con el aparato del partido. Otros, más escépticos, le daban en sus porras como claro perdedor por representar el siempre antipático pasado orgánico frente a la ilusión que Carme Chacón quería encarnar ante el futuro. Pero las cosas en política, y más en el PSOE, no suelen ser como aparentan. Cuando se confirmó el resultado, poco antes de las cinco y media de la tarde, se vivió un momento brutal de alivio, abrazos y besos en la suite 1002 del hotel Renacimiento de la isla de la Cartuja, en Sevilla, pero también en muchos recovecos del recinto. Simpatizantes, invitados y afiliados de base parecieron respirar más tranquilos, como si se hubieran quitado un riesgo innecesario de encima.
En la habitación 1002 del candidato Alfredo Pérez Rubalcaba estaban todos los miembros relevantes de su equipo: Elena Valenciano, Txiki Benegas, Rodolfo Ares, Óscar López, Gaspar Zarrías. Habían comido juntos y luego sufrieron juntos la larga espera del pedestre recuento. Rubalcaba aprovechó el tiempo para revisar unos papeles para su discurso de la tarde, aún sin saber si sería el de la reafirmación de la “unidad y el cambio” en su victoria o el de su retirada. Es un tópico pero esos momentos sí fueron realmente de infarto, como se veía en las caras de tensión de algunos y en sus conversaciones.
La lentitud en el recuento, el único que hubo, agravó la espera. Los observadores de ambos equipos se lo tomaron con calma, papeleta a papeleta, en cada una de las cinco mesas, pero no es cierto que se produjeran reclamaciones o torpedeos. Sí sucedió que tras el balance de la primera mesa se contabilizó un empate a 103 votos que desbocó especulaciones. Las siguientes mesas se decantaron dos claramente para Rubalcaba y otras dos por la mínima para Chacón. Hubo un nulo, porque votó a los dos, y otro que no ejecutó su voto.
En los corrillos de militantes, mientras, se discutía sobre cuál de los dos podría ser mejor. Tras consultar una decena de esas tertulias, de todas las federaciones, se llegaba a una misma conclusión. A todos les había parecido un discurso más sólido y solvente, sobre todo en clave interna y de partido, el de Rubalcaba. A la mayoría les había gustado la fuerza e ilusión que había impregnado en el suyo Chacón, pero para enfrentarse en unas elecciones al PP. El dilema era: seguridad o cambio.
Tras los primeros rumores que ofrecían 16 votos de ventaja a Rubalcaba llegó la victoria oficial por 22 papeletas. Ese trabajo también se ralentizó porque en la sala donde estaban las urnas y los observadores se instalaron inhibidores para evitar las filtraciones. El proceso fue lento pero todo un ejemplo de democracia y de limpieza.
La constatación del resultado ofreció imágenes curiosas de alegría y calma. Y de gente del equipo de Chacón preocupada por cómo afrontará desde el lunes Rubalcaba la integración y personas de la máxima confianza del exvicepresidente fibrilando por haber evitado con su triunfo la temida guillotina del entorno de la candidata catalana.

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