sábado, 8 de agosto de 2009

Párpados

Sentados en un banco del vberde paseo, Lucía preguntaba a Pablo.

- ¿Cuánto hace que nos conocemos?

- Tres meses ya. Y aquí estamos otra vez, en este edificio, el lugar de nuestro primer encuentro.

- Eso sí lo recuerdo. La gente parecía nerviosa por el apagón, porque hablaban más alto que de costumbre, y se reían, pero forzados, como con la intención de querer darse seguridad.

Lucía extendió su brazo, hasta rozar la mano de Pablo, y siguió hablando.

- Entonces yo di unos pasos hacia atrás, para apoyarme en la pared, y fue cuando te toqué la mano sin querer.

- Sí, la retiraste muy rápido. Yo también sentí el chispazo. Y empezamos a hablar de electricidad, de electrodomésticos, y de qué hacer para que no se queme el pan en la tostadora. Era divertido, pero además tu voz me hacía sentir confiado. Nos pareció significativo que ya que nos habíamos conocido sin luz, volviéramos a quedar siempre de esa manera, sin abrir los ojos.

- Así es. Y por eso insisto en que sigamos haciéndolo, ¿lo entiendes? es un símbolo.

También a Lucía le transmitía confianza la voz de Pablo, se sentía alegre de ánimo, y sonreía, aun sabiendo que él no podía verla.

- Me haces muy feliz, Lucía. Me encanta quedar contigo, conocerte un poco más cada vez, y compartir tantos momentos a tu lado. Como en el cine, donde sin romper nuestra norma, te confieso que me gusta imaginar que te intuyo.

- Para mí, eres lo mejor que me ha pasado.

- Pero reconozco que se me hace difícil. Te entiendo, pero creo que lo que hacemos es más restrictivo que simbólico. No quiero decir que no le dé valor a nuestro primer encuentro, pero lo que luego fue creciendo como una curiosidad se está convirtiendo en una necesidad. Quiero verte.

- No insistas, por favor, me resulta muy complicado...

Pablo siguó aumentando el tono de su discurso.

- Necesito abrir los ojos y verte. No hacerlo me impide sentirme plenamente bien contigo, es una sombra que incomoda la riqueza de tu presencia en esta oscuridad gastada, y me fustra mucho. Lo necesito, Lucía, necesito verte.

Y Lucía, casi paralizada, habló despacio.

- Pero cariño, si somos ciegos...

Carlos P. Izquierdo

No hay comentarios: