lunes, 3 de agosto de 2009

My blueberry nights

My blueberry nights (2007, Wong Kar-Wai)

Dirección: Wong Kar-Wai.
País: Hong Kong, China y Francia.
Año: 2007.
Duración: 111 min.
Género: Drama.
Interpretación: Norah Jones (Elizabeth), Jude Law (Jeremy), David Strathairn (Arnie), Rachel Weisz (Sue Lynne), Natalie Portman (Leslie), Chan Marshall (Katjia).
Guión: Wong Kar-Wai y Lawrence Block; basado en un argumento de Wong Kar-Wai.
Producción: Wong Kar-Wai y Jacky Pang Yee Wah.
Música: Ry Cooder.
Fotografía: Darius Khondji.
Montaje: William Chang Suk Ping.
Diseño de producción: William Chang Suk Ping.
Vestuario: William Chang Suk Ping y Sharon Globerson.

Llega finalmente a nuestras pantallas una de esas películas denominadas Invisibles por cuanto no encuentran distribución en nuestro país. Ahora un año después de su estreno en Hong Kong lo hace en España. Que una película del afamado director Wong Kar-Wai tenga estos problemas de distribución nos puede hacer plantearnos ciertas cuestiones, pues hablamos del autor de Happy Together o de la monumental 2046.

La película está rodada en los Estados Unidos con actores americanos. Son tres historias que transcurren en el interior de distintos bares, donde los protagonistas dan cuenta de sus corazones rotos y amores malogrados. En la primera historia Elizabeth llega por la noche destrozada emocionalmente a un bar donde le atiende el simpático Jeremy, una noche que dará mucho de sí, porque creará entre ellos un lazo que tratarán de fortalecer luego en la distancia, cuando ella se traslade a Memphis y luego a Nevada a trabajar como camarera.

Jeremy tratará de saber de ella, de comunicarse por teléfono llamando a todos los bares locales tratando de encontrarla, mientras se comunican con las postales que se envían.

En la segunda historia Elizabeth adopta el rol de escuchante y tras la barra del bar certifica la imposibilidad de Arnie, un policía con querencia por el beber, de recuperar el amor de la sensual Sue Lynne, una chica muy querida por los mozos locales que la cortejan, mientras ella se deja hacer, para mal del marido cómo se verá.

Luego Elizabeth mientras curra en un casino de Nevada hará amistad con Leslie una joven aficionada a jugar al poker, que nos permitirá a nosotros los espectadores dejar de lado los espacios cerrados, las luces de neón, la fotografía saturada y al ralentí, para en una suerte de road-movie darnos una vuelta por espacios abiertos, por la gran llanura americana, donde Elizabeth, demasiado buena, aprenderá una lección que quizá le sirva luego en el futuro: no te puedes fiar de nadie.

La desubicación emocional que sufren los personajes, como si bajo los pies les hubieran quitado la tierra firme y debieran andar por la vida dando palos de ciego, con muñones, incapaces de asirse a nada, deviene en un final de lo más convencional, donde el círculo se cierra para reconfortar a los más intranquilos, esos que creen que todo tiene solución y que cuando una puerta se cierra otra se abre.

Las solventes interpretaciones no salvan de la quema esta producción que me ha empalagado con su virtuosismo y recargamiento pictórico, sus ralentís, muy lejos de conseguir emocionarme lo más mínimo, a lo que quizá contribuya la mano de Lawrence Block en el guión junto al director.
Escrito por Popeye Doyle

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