lunes, 16 de julio de 2012

RETORNOS DEL AMOR RECIÉN APARECIDO

Cuando tu apareciste, 
penaba yo en la entraña más profunda 
de una cueva sin aire y sin salida. 
Braceaba en lo oscuro, agonizando, 
oyendo un estertor que aleteaba 
como el latir de un ave imperceptible. 
Sobre mí derramaste tus cabellos 
y ascendí al sol y vi que eran la aurora 
cubriendo un alto mas en primavera. 
Fue como si llegara al más hermoso 
puerto del mediodía. Se anegaban 
en ti los más lucidos paisajes: 
claros, agudos montes coronados 
de nueve rosa, fuentes escondidas 
en el rizado umbroso de los bosques. 
Yo aprendí a descansar sobre sus hombros 
y a descender por ríos y laderas, 
a entrelazarme en las tendidas ramas 
y a hacer del sueño mi más dulce muerte. 
Arcos me abriste y mis floridos años 
recién subidos a la luz, yacieron 
bajo el amor de tu apretada sombra, 
sacando el corazón al viento libre 
y ajustándolo al verde son del tuyo. 
Ya iba a dormir, ya a despertar sabiendo 
que no penaba en una cueva oscura, 
braceando sin aire y sin salida. 
Porque habías al fin aparecido.

Rafael Alberti

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