Existen ciertos paralelismo entre la vida de nuestro protagonista Issac Asimov y la de otro miembro de la “sagrada trinidad” del Sci-Fi, Carl Sagan, si bien no dejan de ser anecdóticas. (El tercer miembro es obviamente Arthur C. Clarke. Esta “trinidad” responde a mis gustos particulares y habrá quien prefiera sustituir a Sagan por Heinlein). Por ejemplo ambos eran hijos de emigrantes judíos Rusos y ambos se asentaron en el barrio de Brooklin Nueva York, si bien Asimov nació en Petrovichi, Rusia en 1920 y se trasladó a USA junto a su familia cuando tenía 3 años (obtuvo la nacionalidad americana en 1928) mientras que el profesor Sagan nació ya en Nueva York en 1934. Además, su muerte estuvo apenas separada por 4 años, ya que el autor de Yo Robot falleció en 1992 mientras que el celebérrimo coautor/presentador de la serie “Cosmos” nos abandonó en 1996.Los dos sintieron pronto la llamada de la ciencia, pero como a todo estudiante les llegó el momento en que debían decantarse por la física o la química, y fue entonces cuando – al menos académicamente - los caminos de ambos personajes se separaron. Asimov se doctoró en Bioquímica mientras Sagan se dedicó en cuerpo y alma a la Astrofísica, a la que dedicó su intelecto desde su puesto de privilegio en la NASA. No obstante, su gran amor compartido, el espacio, les unió para siempre en el campo literario.
Teniendo en cuenta la progresiva tendencia a agrupar ambos campos científicos en esa nueva rama que hoy conocemos por Astrobiología, quién sabe qué hubiese pasado si al día hoy ambos personajes estuviesen vivos y pudiesen colaborar juntos en alguna obra divulgativa; desafortunadamente esa ilusión no será posible jamás. De todos modos, y a pesar de las citadas similitudes, conviene aclarar que para diferenciarlos de forma concisa, podríamos perfectamente decir que Carl Sagan era un científico que escribía novelas, mientras Isaac Asimov era un novelista que escribía sobre ciencia.
Asimov estuvo desde niño enamorado de la ciencia ficción; con un cociente intelectual muy alto, ingresó en la Universidad de Columbia cuando sólo tenía 15 años (si bien su madre modificó su fecha de nacimiento haciéndolo pasar por nacido en 1919 para adelantar su entrada a la facultad), y a los 18 vendió su primer relato a la revista Amazing Stories. Compaginó su labor docente en la Universidad de Boston con su faceta literaria y en 1950 publicó Piedra en el cielo, primera de su extensa obra compuesta de más de 200 novelas, ensayos, obras de divulgación, libros científicos e incluso históricos.
Entre sus obras de ciencia-ficción más conocidas se encuentran Yo, Robot (1950); La trilogía de la Fundación (1951-1953), de la cual escribió una continuación treinta años después, El límite de la Fundación (1982); El sol desnudo (1957) y Los propios dioses (1972). Entre sus obras científicas destacan Enciclopedia biográfica de la ciencia y la tecnología (1964; revisada en 1982) y Nueva guía a la ciencia (1984), una versión más reciente de su elogiada Guía científica del hombre (1960) pero también En torno al átomo (1956), El mundo del nitrógeno (1958), El universo (1967), e histórica, como Historia Universal (1965-1975). Obras posteriores son La Fundación y la Tierra (1986), Preludio a la Fundación (1988) y Más allá de la Fundación (1992). En 1979 se publicó su autobiografía en dos volúmenes, Recuerdos todavía verdes.
Nuestro buen doctor (así se le conocía) colaboró con la armada americana durante la 2ª guerra mundial, y debido a su origen ruso trató siempre durante la época de la guerra fría de dejar claro su patriotismo para con su nación adoptiva, luchando de la única manera en que sabía hacerlo, escribiendo, algo que no dejó de hacer jamás.
Hoy todo buen aficionado a la ciencia ficción ha leído alguna vez una obra suya, sobre todo de sus dos sagas más populares, Robots y Fundación. Por cierto, nuestro protagonista ha entrado casi sin querer en la historia de la ciencia debido a la primera de estas sagas. Cuando en 1950 escribe Yo Robot, no es consciente de que sus imaginarias leyes de la robótica serían asumidas por los actuales expertos en robótica como los tres mandamientos que todo ser artificial deberá cumplir en un futuro:
1. Un robot no puede lesionar a un ser humano, o, por medio de la inacción, permitir que un ser humano sea lesionado.
2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la Primera Ley.
3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida que esta protección no sea incompatible con la Primera o Segunda Ley.
Para los amantes de la exactitud debo decir que las citadas tres leyes fueron formuladas por primera vez en el relato El círculo vicioso publicado en el número de marzo de 1942 del Astounding Science Fiction, revista sobre ciencia ficción sobradamente conocida durante la época en que las películas Serie B sobre alienígenas barrían en las carteleras.
Pero si Asimov ha cautivado a millones de lectores durante las últimas décadas es debido a la saga Fundación. Esta fue sin duda su gran obra; con implicaciones históricas evidentes (la Historia era una de sus grandes aficiones como ya hemos visto), Asimov recrea en un lejano futuro el declive del imperio romano, sustituyendo a este por un inmenso imperio galáctico, y a Roma por Trantor. Esta obra, que en un principio se tituló El plan de los 1000 años fue apareciendo en la prensa por fascículos, y ya desde el principio tuvo un magnifico éxito, atrapando a miles de lectores a lo largo y ancho del país. Fundación se empezó a gestar a partir de un encuentro entre Asimov y el magnate de la prensa Campbell, que le encomendó una serie de pequeñas historias, las cuales finalmente se unificaron formando la primera parte de la saga, que fue publicada en 1942. Corrían tiempos felices para Isaac, que ese mismo año se casó con Gertrudis Blugerman, con quien tuvo dos hijos: David (1951) y Robin Joan (1955). Fue un largo matrimonio, pero no el último ya que el Gran Maestro Nébula (reconocimiento que le fue otorgado en 1986) volvería a casarse en 1970 con Janet Opal Jeppson, con quien no tuvo más hijos.
Conocedor de todo cuanto sucedía a su alrededor en todas las ramas de la ciencia y los humanismos, Asimov sitúa a su personaje central Hari Sheldon (con quien por cierto siempre se sintió identificado) al margen de la ley por su capacidad casi mística, pero bien asentada en terreno científico, de preveer el futuro de la humanidad gracias a una ciencia de su invención llamada Psicohistoria. Gracias a ella y mediante ecuaciones que sólo él entiende, consigue intuir las grandes calamidades que esperan a la humanidad tras el desmoronamiento del enorme imperio galáctico, y prepara para ella un futuro mejor controlada desde la sombra por una misteriosa Fundación.
Esta obra, sobre la que Asimov vuelve una y otra vez escribiendo incluso presagas, sigue un curioso orden cronológico que a veces consigue perder a más de uno, y es por eso que nunca se puede estar seguro de haberlos leído todos. Para aquellos que quieran sumergirse en ella aquí va una pequeña ayuda:
1. Preludio a la Fundación (1988)
2. Hacia la Fundación (1993)
3. Fundación (1951)
4. Fundación e Imperio (1952)
5. Segunda Fundación (1953)
6. Los Límites de la Fundación (1982)
7. Fundación y Tierra (1986)
Isaac Asimov era un científico, y por ello totalmente escéptico sobre la veracidad de la temática Ovni. Total defensor de la ecuación de Drake no creía que fuese muy común la existencia de otras civilizaciones alienígenas cercanas, situando estas a los sumo en 2 o 3 en toda la galaxia. De hecho su obra se centra casi exclusivamente en seres terrestres de origen biológico o artificial, con una honrosa y excepcional nota discordante, la soberbia Los Propios Dioses publicada en 1977 y donde el autor relata magistralmente a una sociedad entera de alienígenas inteligentes que consiguen contactarnos. Lo más original de esta obra es a mi parecer, el logro que supone (dada su dificultad) huir del antropocentrismo a la hora de describir a estos seres y su entorno, desde el punto de vista físico y biológico (por poner un ejemplo forman tríos para reproducirse y habitan una dimensión paralela a la nuestra donde la fuerza nuclear fuerte es 100 veces superior a la terrestre). Las dos mayores distinciones literarias otorgadas a obras de ciencia ficción - los Premios Nébula y Hugo - fueron acaparados en 1972 por esta excepcional novela de Isaac Asimov; curiosamente él mismo consideró que la 2ª parte de esta obra (una de mis favoritas y que os recomiendo fervientemente) fue lo mejor que escribió.
Publiqué esta biografía - que ahora he retocado - en un boletín de Astroseti del año 2003. Pero tras tanto tiempo y los varios cambios de diseño sucedidos en aquella web, ahora soy incapaz de encontrar el enlace. Afortunadamente guardaba el texto del artículo.
Comentario a su entrada:
Muy buena la biografía, Maikel. Como el Buen Doc es un de mis gurús, aportaré unas gotas más a tus datos. John W. Campbell, el editor que lanzó a la fama a Asimov y a otros autores de C.F., tenía entre otros defectos un acentuado chauvinismo. Asimov, según cuenta en sus memorias, tenía problemas para colocar en sus revistas aquellos relatos en los que los humanos no resultaban más listos que los alienígenas; y no digamos nada si el protagonista no era rubio y de ojos azules. Por eso finalmente optó por no incluir extraterrestres en sus relatos, y así surgió su galaxia poblada sólo por seres humanos. Tanto los relatos de robots (que por cierto apenas has mencionado, Maikel) como los de Fundación corresponden a ese esquema. Más tarde se llegó a decir que él era incapaz de describir a un ET, pero Los propios dioses desmiente esa idea: nunca he visto unos ET más extraños y a la vez mejor retratados.Respecto a los libros de robots, aparte de Yo robot y otras colecciones de relatos, destacan los novelas policíacas de ciencia ficción (géneros que alguien pensó que resultaban incompatibles) Bóvedas de acero y El sol desnudo. En ambas aparecen otros dos personajes destacados del Buen Doc: Elijah Bailey (agente de policía de Nueva York) y R. Daneel Olivaw, un robot humanoide. Ambos conseguirán resolver dos difíciles casos. Más tarde escribió Los robots de Aurora y Robots e imperio, con lo que enlazó su serie de robots (ambientada en un futuro cercano) con la de Fundación, mucho más lejana en el tiempo, y en la que extrañamente, no aparecen los robots. Combinando ambas series, Asimov logró una historia del futuro realmente epopéyica, describiendo nuestros próximos 25.000 años de historia futura.
por Cabezón
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