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un árbol al que el viento depositó en la arena;
llegó una ola de agua, llegó una ola de pena
y me quedé mirando tu mirada y tu sueño;
o bien, yo estaba solo, solo como otras veces
frente al mar, y llegaste ante mí, silenciosa;
te sonreí despacio por darte alguna cosa:
yo ya no podía darte los panes y los peces;
a veces veo que lloras, que tu pasado suena,
a veces yo quisiera llorarte mi pasado,
mirándonos al fondo quisiéramos llorar;
mirándonos al fondo del tiempo, de la pena,
se pasará el futuro, y cuando haya pasado,
hermana mía, iremos, mirándonos, al mar.
Félix Grande
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