Mi cuerpo se esponja a tu contacto
como si agua y tierra fuera,
se transforma en algo tierno y suave,
resumiendo en armonía tan sensual
que sucede al eco de tu voz.
Tu voz que me penetra igual que el agua a la montaña
y humedece mi pelo si te acercas hablándome bajito.
El don de la palabra me parece entonces,
más que un don, un beso que trasiego de tu boca a la mía
que está llena de sombras y pasado.
Pero en esa impecable distancia,
que sucede entre las noche y la mañana,
asoman tus palabras como boyas entre marejadas y paréntesis,
que cuentan pasados abolidos y hablan de futuros insondables.
Pero no era preciso romper ese silencio
levantado como un muro a lo largo de toda nuestra vida,
para cambiar la esperanza por un sueño,
si en el fondo, lo que siento, es que el amor que yo te tengo,
se derrama fluido a mi costado y le pierdo.
Escrito por Musaraña
Madrid 29.09.90
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